EUROPA PRESS
29 marzo 2016
Dismorfia muscular: el espejo inverso de la
anorexia nerviosa
Aunque en la guía internacional sobre salud mental
estadounidense de referencia se incluye dentro de la clasificación de trastorno
dismórfico corporal, un creciente grupo de
especialistas considera la dismorfia muscular un tipo
de trastorno de la alimentación que podría considerarse una anorexia inversa:
chicos que nunca consideran su cuerpo lo suficientemente musculado.
Según
explica a Infosalus la doctora Ana Rosa Sepúlveda,
profesora de Psicología Infantil y Adolescente de
Sin
embargo, este trastorno que suele denominarse de forma popular 'vigorexia', a pesar de que profesionales como la doctora
Sepúlveda rechazan el término por estar asociado a una especie de vigor y
vitalidad que en sí mismo aporta connotaciones positivas, supone para quienes
lo padecen graves consecuencias para la salud física y mental.
Los
datos de prevalencia de estudios realizados en una
muestra representativa de 470 universitarios argentinos muestran que hasta un 7
por ciento padece en algún grado este problema, un dato que en España se
desconoce y que puede rondar cifras similares, y que sugiere una proporción de
"El
trastorno se ha ligado a los gimnasios en los que se trabaja la musculatura, se
trata de un problema de salud que obsesiona y aísla a quien lo sufre, como
sucede en la anorexia nerviosa, pero que como el problema no se considera como
tal, no se identifica y es de difícil diagnóstico", apunta Dra. Sepúlveda.
Hacia la clasificación de trastorno
alimentario
Igual
que en el caso de las mujeres estos chicos son víctimas de la presión social
por tener un cuerpo perfecto, delgado, sin grasa, y de las dietas para
conseguirlo. Hasta un 5 por ciento de la población joven femenina que mantiene
ideas de este tipo de ideal de belleza sigue conductas dirigidas a conseguirlo
como forma de vida.
"No
se considera un trastorno alimentario porque no hay una entrevista clínica que
ayude a su diagnóstico, sin embargo cuando se aplican tratamientos psicólogicos que incluyen a la familia como así son los
destinados a los trastornos de la alimentación, los síntomas mejoran, no es así
cuando sólo se tratan como un trastorno dismófico
corporal, donde está realmente clasificado", argumenta la doctora
Sepúlveda. En la dismorfia corporal los afectados
pueden no salir de su casa o someterse a múltiples operaciones estéticas por
creer que tienen un defecto físico grave que sólo está en su imaginación.
"Los
chicos hacen cambios en su vida en cuanto a la alimentación, dedican muchas
horas al gimnasio y creen que las modificaciones en su imagen corporal
mejorarán las relaciones con las chicas. El tratamiento para la conducta alimentaria aplicado al trastorno dismórfico
corporal muestra que existen las mismas resistencias al cambio que en las
chicas con anorexia nerviosa", comenta la psicóloga.
Esteroides y alimentación dirigida
Lo
más grave de esta obsesión por el cuerpo musculoso y la percepción de que nunca
es suficiente son las cargas que genera: un abuso en el consumo de esteroides
para conseguir resultados que se tardan meses en lograr, pasan a lograrlo en un
tiempo muy reducido.
Los
efectos de este consumo abusivo de anabolizantes son un mal funcionamiento de
los riñones, síntomas depresivos y psicóticos, el
principal motivo para llegar hasta la consulta médica con la sensación de
sufrir una depresión. Además, el objetivo de tener más relaciones sexuales se
ve frustrado por el hecho de que los esteroides también tienen entre sus
efectos secundarios con una pérdida de la líbido.
"Estos
chicos emplean frases similares a las que usan las pacientes de otras
patologías alimentarias. La dieta y la forma de
alimentarse se ve en gran medida modificada ya que es hidrato-proteica, comen
muchas veces al día (hasta en siete ocasiones) para poder aguantar el
rendimiento físico y pesan los alimentos, miran sus calorías para evitar las
grasas y tener cuerpos atléticos o proporcionar suficientes proteínas a los
músculos", comenta la doctora Sepúlveda.
La familia, básica en el tratamiento
Los
efectos son tales que al hablar con la familia se observa una gran carga en las
madres, muchas cocinan 5 veces al día y, si no hay alguna comida en especial
que toman sus hijos, éstos se enfadan de forma ostentosa, como en otras
patologías alimentarias en que las pacientes
cuestionan sobre si se han cocinado con aceite de oliva o si lo han hecho a la
plancha, etc.
Se
toman productos específicos a veces de alto precio como los batidos proteicos,
los productos ecológicos o sin grasa. Además, las relaciones de estos chicos
con los amigos cambian, ya que prefieren no salir porque no consumen bebidas
con alcohol o refrescos porque tienen demasiadas calorías o bien dejan o
reducen las actividades sociales, y no practican deportes de equipo sino
individuales como acudir al gimnasio.
Estos
chicos desarrollan síntomas afectivos y sus hábitos llevan en marcha años e
intervienen en ellos sus padres, que en muchos casos sostienen económicamente
esta forma de vida, los productos y herramientas de entrenamiento que necesitan
manteniendo así la problemática.
"Es
necesario generar nuevas medidas de cribado y ser muy conscientes y
sensibilizar en los gimnasios, si hay perjuicio de salud física o mental no es
una forma de vida sana, es un problema psicológico", comenta la psicóloga.